29 enero 2021

Chiquiteo

A menudo escrito con grafía vasca, el txikiteo fue la tradición de tomar chiquitos, potes o chatos, vasos pequeños de vino, yendo de bar en bar, en una zona limitada, con una cuadrilla de amigos y conocidos a los que llamaremos “chiquiteros”.

Chiquiteros en plena faena
Las cuadrillas de chiquiteros estaban formadas, claro, por varios integrantes y, usualmente, en cada establecimiento se iban turnando para abonar “la ronda” o consumición de todos. Al finalizar la ruta, el total de potes ingeridos podía alcanzar la docena, si no más.

El vino se tomaba tradicionalmente en un vaso basto cuya característica más reseñable era el grosor del vidrio, que aumentaba su peso y limitaba su capacidad hasta apenas unos pocos centilitros. La parte inferior, la más gruesa, iba acanalada de arriba abajo, para poder agarrarlo con seguridad.  Se desconoce la antigüedad de su diseño, que se asemeja a modelos del siglo XIX. Testimonios orales describen este vaso como propio y exclusivo de las tabernas de Bilbao. Comenzó a desaparecer en la década de los setenta del siglo pasado.

Típico vaso para chiquiteo
Por ser la cantidad de vino moderada y para facilitar que los chiquiteros completaran su "ronda" empinando el codo sin grandes problemas etílicos, consumiendo en el mayor número de bares posible, el precio del chiquito solía ser también moderado, aunque, si se trataba de un vino "especial", de Rioja, por ejemplo, la tarifa era algo más elevada.

Además de tomarse unos vinos, acompañados a veces por algunos pinchos o tapas, el acto del chiquiteo ofrecía la oportunidad de desconectar de la rutina diaria y relacionarse socialmente, todos al mismo nivel junto a la barra de un bar. ​Esta actividad lúdica tuvo una gran implantación en el País Vasco, Navarra y La Rioja.

No hay referencias escritas claras de cuándo comenzó esta tradición, pero fue indisolublemente unida a la proliferación de bares en un espacio limitado. El País Vasco es una de las regiones con mayor número de bares de Europa. ​Al principio y durante muchos años fue una tradición totalmente masculina y las mujeres estaban vetadas. En los últimos años la mujer se incorporó al chiquiteo en buena medida, incluso saliendo en cuadrillas exclusivamente femeninas.

​El precio del chiquito solía ser el mismo en la inmensa mayoría de bares y la oferta no pasaba del blanco, tinto o clarete y pare usted de contar. La cantidad de líquido, limitada por la exigua capacidad del vaso, también era la misma en todos los establecimientos, así que resultaba normal que en todos los bares y tabernas se cobrara un precio estándar.

Tapas en un bar cualquiera
Quien lo vendiera más caro lo tenía difícil para seguir abierto, pero ¿qué es lo que ocurría cuando todos los bares decidían subir el precio de común acuerdo? Pues un drama de proporciones épicas, con chiquiteros en pie de guerra dispuestos a la rebelión abierta hasta que el chiquito no volviera a ser asequible. A lo largo del siglo XX se sucedieron diversos boicots chiquiteros, debidos al imparable aumento del precio del vino.

Poco a poco la costumbre ha ido disminuyendo mucho en intensidad hasta casi desaparecer, condicionada bien por las prescripciones médicas, la edad e, indudablemente, la nueva mentalidad, supuestos hábitos saludables y rutinas más sofisticadas de la sociedad.

El chiquito dejó de servirse en vasos de ídem y las cuadrillas de apasionados amantes del chiquiteo pasaron a mejor vida.


 Fuentes: Euskal Souvenirs, Wikipedia, diario El Correo y blog Calle Laurel.

3 comentarios:

Luis dijo...

Me ha gustado tu resumen Félix. Me hace sentir nostalgia. Especialmente estos días en que la pandemia del covid 19 ha cerrado nuestros queridos bares tanto para los últimos chiquiteros como para el resto de los mortales.





Ramon Tejeiro dijo...

Habría que promover la elevación del "Chiquiteismo" a categoría olímpica y así salvarlo de la desaparición y, de paso, ganarnos unos cuantos oros.

FG dijo...

¡Muy buena idea! El oro asegurado.