26 febrero 2021

Cuando el grajo vuela bajo

En los días más crudos del invierno, escuchamos con frecuencia, por estas alturas pirenaicas, aquello de que “cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo”. Con ese rotundo “carajo” que, aunque el DRAE le adjudica un significado distinto, aquí no es sino un vulgarismo que viene a significar “grande” y que no se empezó a utilizar en este sentido hasta el siglo XX, con la aparición de frikis, heavies, góticos y otras culturas urbanas.

Grajo observando el tiempo atmosférico
El Instituto Cervantes explica que “se trata de un refrán que se emplea para afirmar que hace mucho frío, y que el vuelo a escasa altura de estas aves es indicio de un ambiente helador”. Dice también que el grajo es un ave parecida al cuervo, muy inteligente, algo más pequeña y de pico y patas rojizas.

Aquellos aún recientes días de frío aportaron a las redes cientos de “memes” e imágenes con referencias al temporal bautizado Filomena, que nos hostigó sin piedad. En una de ellas, aparece un grajo caminando decidido por las calles, equipado con gorro y bufanda. Otro diciendo “ni vuelo bajo ni leches, que me quedo en casa”.

Grajos volando bajo
Pero, ¿a qué altura suelen volar los grajos? Explican los expertos de la Sociedad Española de Ornitología que los grajos pueden volar hasta por encima de los 1300 metros, pero que en invierno suelen hacerlo por debajo de los 400, aproximándose a la tierra en busca de calor.

¿Es sabio el refranero español en lo que a meteorología se refiere? Se trata de un ave que está habituada a volar muy alto, salvo los días de bajas temperaturas, cuando las capas altas son más densas y hacen más trabajoso el necesario aleteo de sustentación. Es entonces cuando los observamos volar a alturas mucho más bajas.

Los grajos, a los que en muchas zonas de Aragón se les conoce como “grallas”, son aves que no solo sirven a la sabiduría popular para dar idea del intenso frío sino también para lo contrario. Así, “cuando el grajo sube, no se ve ni una nube", haciendo referencia a un día soleado, o “cuando el grajo vuela bajo, no te quites el refajo” o “hay que tomar sopas de ajo”.

Bien abrigadito por si acaso
Al margen de las gracias que el frío post Filomena nos va dejando —“El Grajo Airlines suspende todos sus vuelos por la ola de frío”—, lo que parece cierto es que hay animales que anticipan los cambios de tiempo o, incluso, los fenómenos naturales: durante el tsunami asiático de 2004, se dijo que algunos felinos presintieron el desastre y se alejaron de la costa.

Está demostrado que los perros escuchan frecuencias más altas que los humanos, que muchos insectos anticipan cambios atmosféricos porque sienten vibraciones en sus patas, o que los peces varían su comportamiento en función de la presión del agua.

Creencia parecida es la que hay detrás de la tradición norteamericana del Día de la Marmota, el 2 de febrero, en la que Phil, que así se llama el animalito, debe predecir la duración del invierno. Esta costumbre tiene más de superstición que de ciencia, dependiendo de que la marmota vea o no su sombra. Si la ve, dicen que se asusta y vuelve a su agujero, con lo que la primavera llegará enseguida. En caso contrario, el invierno se prolongará seis semanas más.

Y si va en vuelo rasante, hace un frío acojonante. Con perdón.

1 comentario:

Ramon Tejeiro dijo...

Je, je...a mí, el Filomeno me ha pillado en Guatemala, donde no hay grajos, aunque este último fin de semana he observado a los pelícanos volando a ras del agua, imagino que más preocupados por pillar un pez que por la temperatura.