18 abril 2020

Quédate en casa

Los días de confinamiento resultan algo más llevaderos si sabes que tienes una cita con el mundo a las ocho de la tarde. A esa hora, balcones y ventanas se llenan de aplausos solidarios para homenajear al personal sanitario que nos cuida en esta pandemia. “Con la fuerza de cada aplauso, consigo remontar el temor”, dice una médico. También se agradece el esfuerzo de otros colectivos que siguen al pie del cañón: la gente que se ocupa de que no nos falte de nada en los supermercados, de la seguridad, la limpieza urbana, los transportistas…. ¡Tantos héroes visualizados de repente, que desconocíamos que estaban ahí!

Aplausos que ayudan a seguir luchando
Como especie, somos sensibles a los hábitos y costumbres. Me cuenta un colega que, a su nieto de apenas un año, parece haberle inducido el vecindario una especie de “efecto Paulov”. Dice que cada vez que abren el balcón se pone a dar palmas. No importa que sean las once de la mañana o las cinco de la tarde. Conmovedor.

Disfrutando de los más pequeños
Esta cuarentena, con las redes sociales echando humo, resulta agotadora. No suelo hacer caso a nada de lo que dicen: pintar un cuadro, tocar un instrumento —que no acabo de ver para qué, si no sé cómo—, colgar en Twitter una foto de la infancia —que tampoco—, ni aguantar varias horas haciendo el pino ni, mucho menos, fabricar una viola de gamba con técnicas propias del siglo XVI. Quiero ser optimista, pero temo que, si me apunto a un curso de ganchillo online, mi subconsciente tejería una mascarilla FFP3 en punto tupido, un patrón simplemente perfecto para estos meses.

A los tuiteros que nos sugieren arreglar los armarios, aprender sánscrito u otras extravagancias para hacer esto más llevadero, por favor, tómense unas semanas de vacaciones y tengamos la cuarentena en paz.

Permítanme, en cambio, leer cualquiera de las decenas de libros que tengo pendientes [1], hacer media hora de gimnasia en la colchoneta de cuando mi mujer iba a yoga, disfrutar de algún programa de National Geographic o del Discovery Channel, cocinar, escuchar buena música [2], clásica o moderna, escribir… En fin, ¡déjenme vivir esto como me dé la gana!

Las latas de atún ¿al natural o en aceite?
Es un desahogo disfrutar, —si puede llamarse así— de una cuarentena en la que el supermercado te lleva la compra a casa. Qué sería de nosotros si, en plena pandemia, tuviéramos que recorrer lineales y estanterías en busca de tomates sin gluten, de plantación ecológica y producción sostenible o un champú sin parabenos ni aluminio (?) o una caja de leche asturiana semidesnatada con calcio.

Hace algunos años, la colonia Brummel marcó una época como primera fragancia masculina, presente en cada cumpleaños. Su slogan: “Un hombre se la juega en las distancias cortas”. Ahora nos imponen una distancia —social, la llaman; proxémica [3], diría yo— de un par de metros. Tenían razón aquellos imaginativos publicistas: más cerca nos la jugamos.

¿Qué estoy aprendiendo de esta pandemia? Hay que esforzarse en buscar alguna luz dentro del drama. Las chorradas sobre “valorar los abrazos” y los discursos de Pedro Sánchez, mentiroso compulsivo, y su supuesto ministro de una supuesta sanidad me producen urticaria. He aprendido, eso sí, a estornudar en la articulación del codo.

Quizá la manga de mi camisa, mocos aparte, no lo agradezca en absoluto.


[1] Elegí, para empezar, El infinito en un junco, de Irene Vallejo, que escribe y describe como los ángeles la invención de los libros en el mundo antiguo. Un recorrido por la vida de ese fascinante artefacto que inventamos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo.
[2] El pianista Leopoldo Erice, hermano de mi amiga Ana, nos ofrece lo que él titula “un poco de música para hacerte compañía”. Está aquí https://www.youtube.com/watch?v=sF64LyrsA1Y y cada día va numerado y es diferente. Gracias, amigo.
[3] Proxémica: del latín proximus ‘muy cercano', de *prokw- 'cerca' y el sufijo superlativo -simus. Se entiende como el uso que se hace del espacio personal, es decir, del espacio que rodea nuestro cuerpo. 

5 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Félix.

A mí me ha impresionado mucho "Frankenstein". Tenía por casa una edición ilustrada a plumilla (preciosa, por cierto) que no había leído.

Una buena reflexión sobre la condición humana, los prejuicios y la supuesta "solidaridad" natural de la especie.

Un fuerte abrazo.

Juan Sánchez.

Álvaro González Villalobos dijo...

Mi querido amigo: luego de evaluar probables epidemias en varios países del mundo, puedo concluir, como tantas otras personas que han trabajado en eso, que las cuatentenas son perjudiciales, contrariamente a la opinión de la mayoría de la prensa y los medios en muchos países. El Director de la OMS lo ha reconocido hoy (un poco tarde verdad?) para los países pobres, que son el los cuales viven la mayoría de la población mundial. Esta medida criminal es muy perjudicial para todos lis países. Veremos cuando lo reconoce ese delincuente etíope. Un abrazo.

Ana Erice dijo...

Gracias por amenizar un poco a través de tus líneas esta grisura aplastante del cielo.madrileño de hoy, querido Félix.

Coincido.contigo en la carga abrumadora de.las redes.sociales hoy pero, también les concedo mi admiración porque están siendo muy útiles para los jóvenes y para las personas que viven solas.

Yo me organizo a mi manera lejos de ellas contando con más tiempo a mi favor para hacer las cosas que siempre me han gustado y que la vida de antes me obligaba a arrinconar para más tarde...

Sólo he añadido un nuevo reto: aprender a escribir con la mano izquierda.

Una curiosidad: lo que es escribe con esa mano parece salir directamebte del alma y nada tiene que ver con la escritura con la diestra (!).

Gracias de nuevo por estar ahí.

Un fuerte y cariñoso abrazo.

Miguel de Cervantes dijo...

"Sábete Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca".

FG dijo...

¡Bien por don Miguel! ¡Gran tipo!