02 enero 2022
19 noviembre 2021
Patio de Monipodio
Monipodio, como se sabe, es un personaje de "Rinconete y Cortadillo", la novela picaresca de un tal Miguel de Cervantes, que muchos ignoran en esta España nuestra que se desangra culturalmente a chorros. En ella se retratan episodios que hoy, tal y como pajean las cosas, no dejan de ser de una rabiosa actualidad.
Sin embargo, gracias a las encontradas, variadas e
interesadas opiniones que se vienen leyendo a posteriori sobre lo que dijeron
los adversarios de cualquier tertulia, lo que queda es lo escrito por los que
viven a sueldo de los medios amaestrados y las chorradas de los tertulianos que
pontifican hasta el punto de que, según el medio, el vencedor ha sido el que
mejor convenga a sus intereses particulares o empresariales.
Patio de Monipodio es la expresión que ha quedado para aludir al lugar donde se reúnen maleantes de todo tipo. Maleantes, no me atrevo a decir —todavía—, pero mareantes en el mismo contubernio, sí, ya que, según el diccionario, lo son aquellas personas que marean con su continuo movimiento o charla, con su pesadez y su vacuidad.
Tal vez por esta razón, no aguanté ni un cuarto de hora
frente al televisor donde algunos que les dicen líderes de sus partidos
debatían en un Debate. Me acosté para seguir leyendo sobre El vuelo de la
inteligencia que, en esta gente, por cierto, ha volado bien poco.
Para llegar a la conclusión de que todos los intervinientes en el "debate del siglo" no han hecho más que especular, bastaría remitirse a que se han limitado a pregonar enunciados, sin aclarar cómo y con qué pretenden llevarlos a cabo, que es lo que vienen haciendo desde siempre.
Corrupciones e incompetencias aparte, abusar del cuento de
la buena pipa es una de las causas principales de la poca credibilidad de los políticos,
y mientras no se considere delito las promesas incumplidas, el patio de
Monipodio será un corral sin vallado donde todo es secundario: un amasijo
repugnante y una falta de respeto a los contribuyentes y televidentes, quiero
decir a los ciudadanos que han de votar, como siempre, a ciegas, a sordas y a mudas.
Claro que, si malos son sus discursos, peores son sus
silencios. Menos mal que va quedando que uno de ellos, y no diré quién, según la experta Susana
Griso, tiene el "culito" más presentable de todos los tertulianos.
¡Algo es algo!
Fuentes: "Rinconete y Cortadillo" y TVE.
15 octubre 2021
Hispanidad
He aquí un concepto que los centinelas de la corrección política han desterrado por completo de nuestro lenguaje. Hispanidad significa o significaba, en primer lugar, el conjunto de todos los pueblos de cultura y origen hispánico diseminados por el mundo. Expresa, en segundo lugar, el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las naciones del mundo a los pueblos de estirpe y cultura hispánica.
Para los que conocemos bien la historia de América, no nos
parece extraño que las poblaciones andinas se unieran de buena gana a las
huestes de Pizarro contra la tiranía inca o que los tlaxcaltecas se aliaran con
Cortés contra los mexicas, porque ambos conquistadores más fueron libertadores
de pueblos oprimidos y esclavizados.
La llegada de Colón. El descubrimiento. |
Es notable observar cómo todo lo sólido que hay en
Iberoamérica proviene de esa época: el casco histórico de las ciudades fundadas
por España; los templos, las universidades y colegios, la red hospitalaria, la
lengua, la religión, la cultura uniforme… el fruto de años de aplicación de las
Leyes de Indias, de próspera tranquilidad y de mestizaje. No había ejércitos y
apenas policía que vigilara, y los arrieros o los viajeros podían caminar con
toda seguridad desde el río Grande en México hasta la Tierra del Fuego,
atravesando aquel inmenso territorio español, que no eran colonias, sino
provincias.
Sacrificio humano precolombino |
Dos siglos de independencia sin levantar cabeza. Pero es más
socorrido ocultar el mal gobierno: el subdesarrollo persistente, las
desigualdades profundas, la miseria, la corrupción, el hacinamiento urbano, el
saqueo de las materias primas, la destrucción de las selvas, el narcotráfico… y
criticar a España, que gobernó prudentemente Iberoamérica durante tres siglos y
la incorporó a la cultura occidental.
Fuentes: Borja Cardellús en ABC y Juan Manual de Prada en
Scielo.
Imágenes: Admagazine y PeriodistaDigital
01 octubre 2021
Otoño: La leyenda de Kanshout
Los árboles de mi calle se están poniendo dorados.
El otoño de otros años ha vuelto y los ha pintado
Cuentan los que saben de esto que, hace mucho tiempo,
existió una tribu llamada Selk’nam, que vivía en el último y más remoto lugar
del planeta, la llamada Tierra de Fuego, en la punta de más abajo de América
del Sur, donde los árboles no perdían nunca sus hojas.
La tradición obligaba a los jóvenes a partir en busca de
aventuras cuando cumplían la mayoría de edad. De esta forma ganaban en
autonomía y madurez. A su regreso, debían contar a la tribu lo que habían visto
más allá de la Tierra de Fuego.
De entre los jóvenes, Kanshout destacaba por ser
tremendamente curioso. ¡Estaba deseando descubrir todas las maravillas que, sin
duda, habría fuera de allí!
Partió feliz, pero tardó mucho en regresar. Tanto, que todos pensaron que habría muerto. Kanshout volvió un año después, radiante de felicidad.
—¡Tenéis que escucharme todos! —dijo emocionado— ¡Encontré un lugar donde los árboles pierden sus hojas y después vuelven a nacer, mucho más verdes y hermosas! Los árboles cambian de color. Se vuelven amarillos y rojizos como el fuego, luego se quedan desnudos y, meses después, comienzan a brotar nuevas hojas de un precioso color verde.
Todos le miraron con extrañeza. ¿Se habría vuelto loco?
Comenzaron a reír, pensando que les estaba tomando el pelo. El
pobre Kanshout se dio media vuelta y aguantó como pudo los insultos y las risas
de todos. Pero ¡les daría una buena lección!
Los árboles perdían las hojas a su paso |
La tribu pensó que los dioses les habían castigado.
Contemplaban con horror cómo los bosques se coloreaban de amarillo, perdían sus
hojas al menor soplo de viento y se quedaban desnudos.
—¡Los
árboles se mueren! —gritaban
algunos—.
Pero los
árboles no murieron y, tiempo después, cuando llegó la primavera, de las ramas que parecían secas comenzaron
a brotar hojas de un precioso verde brillante.
– ¡Kanshout tenía razón! —dijeron avergonzados—.
Desde entonces, los loros sobrevuelan los árboles y, cuando se posan en sus ramas, gritando, se cree que se están riendo de los hombres que no creyeron en el otoño.
Fuente: Tucuentofavorito.com. Imágenes: Leyendas del mundo ceniza.
18 septiembre 2021
Frustración y pandemia que no cede
Llegó septiembre y aunque la situación del covid-19 no es la misma que hace unos meses, aún nos queda un camino, no sabemos si largo o corto, por recorrer, aunque todos tienen un final.
En la pandemia, muchos intentamos
ejercitar el don de la paciencia: esperamos, con la mascarilla puesta, estar
vacunados y que bajen los contagios y anticipamos el día en que volvamos a
abrazar a otros sin miedo y a viajar sin preocupaciones. También ejercemos otra
paciencia más filosófica, esa que, ante una persona desconsiderada, intenta
ponerse en los zapatos del otro —no todos—, en medio de una gran incertidumbre.
Ante un virus altamente contagioso, las decisiones
individuales tienen un impacto masivo: un estudio mostró cómo se propagó el
coronavirus cuando una docente sin vacunar y contagiada se quitó la mascarilla
en un aula de primaria, un acto que desencadenó 26 infecciones. No hay que
olvidar que, aunque son molestas, existen buenas razones para creer que usarlas
en la escuela podría mejorar ciertas habilidades sociales y cognitivas.
Un día hay que desinfectar todas las superficies y otro lo
importante es la ventilación; nos informan de que los que corren riesgo son los
adultos mayores, y unos meses después, son los niños quienes están en peligro.
En un ensayo reciente, una reportera especializada en salud, analizaba las
complejidades de seguir los consejos de los expertos en un momento en el que la
ciencia parece caprichosa e indecisa.
“El camino que queda por delante es difícil”, escribe. “El virus traerá más sorpresas y los mitos que ya se han arraigado serán difíciles de borrar”.
¡Feliz otoño para los septentrionales y que disfruten de la primavera mis queridos amigos del sur!